martes

Agua que no has de beber

¡Qué horror! Parece que nuestros adolescentes no se parecen en nada a la manga de pelmazos sonrientes que desfilan por Amango. Parece que los edulcorados conflictos del blog de la Feña no tienen nada que ver con problemas reales de nuestra masa de pingüinos. Esas rebeldías televisivas, pintadas bajo el manual de estilo de Walt Disney, hoy se ahogan en un jarro de agua.
Y mientras el líquido escurre por el rostro sorprendido de la autoridad, me pregunto hasta dónde la televisión responde con la misma perplejidad de todo adulto que ha lidiado con el conflicto estudiantil desde 2006. Nada de esa masa de hormonales rabiosos y violentos se intuye en la repetitiva sucesión de monos japoneses, teleseries colorinches y programas musicales. ¿De dónde salieron estos pokemones revoltosos?
La adolescencia es probablemente el período más conflictivo y difícil en la formación de un ser humano. A su complejidad real, la televisión chilena opone su concepción comercial pura y dura, reduciéndolos a un grupo de consumo siempre dispuesto a comprar. La constante necesidad de pertenencia adolescente, es aprovechada por los adultos para vender discos, DVD, ropa, gaseosas y un largo etcétera. Mientras la injusticia social se enquista en las escuelas, los invitamos a visitar el mall cercano y a gastar los siempre escasos billetes de sus padres.
Resulta que según esos estereotipos María Música debería correr feliz por la calle cantando estrofas como "Sólo quiero volar, lo más alto que pueda" y no estar reclamando maleducadamente por su mala educación. Para colmo, parece que lo único que le quedó de crecer viendo "Rojo" "Karkú y "Mekano" fue el amor por la fama. La ministra no se había ni secado la cara cuando esta niña se había convertido en el rostro del movimiento estudiantil, dando estrepitosas entrevistas a quien quisiera escucharla. De cajón, porque en Chile, cuando no entendemos algo, lo farandulizamos.
Y aunque no podemos olvidar la imagen impactante del acuoso altercado, repetida hasta la saciedad para ser comentada con todos los rigores y frivolidades de nuestra televisión, la señorita Música parece alzar su voz desafinada y rabiosa, a la manera más estrepitosa del punk visceral.
Por supuesto, su reclamo es reducido y acomodado según quien hable, pero jamás escuchado el "jarrazo", calificado unánimemente de amenaza para la democracia, nos hace recordar que la música da para mucho.¿ Acaso no existen los coros celestiales y Lucifer no fue uno de sus directores?
Por Sebastián Montecino