Patricio Navia
La Tercera, octubre 17, 2006
Los chilenos se merecían escuchar de la boca de la Presidenta las razones que la llevaron a abstenerse en el voto para el próximo miembro latinoamericano del Consejo de Seguridad. Bachelet todavía tiene la oportunidad de explicar de frente qué la llevó a tomar esta desafortunada, cómoda y, como supimos ayer, solitaria decisión.
Aunque todos hubieran preferido un candidato de consenso, la política consiste en tomar decisiones con las cartas que hay sobre la mesa. En nuestra última elección presidencial, muchos simpatizantes de Alvear en primera vuelta y de Hirsch y Lavín en segunda vuelta debieron optar por Bachelet o Piñera. Si todos aquellos que veían a Bachelet como una segunda opción y que hubieran preferido a alguien más se hubiesen abstenido, los resultados de esa contienda habrían sido diferentes.
Al decidir no decidir, Bachelet no solo quedó aislada en el concierto internacional sino que además dejó entrever sus dos principales problemas de carácter. Por un lado, aunque su gobierno mantenga la tradición libremercadista de la Concertación, Bachelet parece incómoda con pasar a la historia como una presidente continuista de las políticas neoliberales adoptadas por sus predecesores. Pero si la líder de la coalición no cree en la conveniencia de la hoja de ruta concertacionista resultará muy difícil que el electorado siga confiando en la Concertación en el futuro. En la medida que Bachelet esté menos orgullosa que el país de los triunfos logrados en estos 16 años, será difícil que la Concertación sume más adeptos. En tanto la presidenta no demuestre su compromiso con el modelo, la Concertación difícilmente encontrará nuevas fuerzas para reinventarse el 2009.
En segundo lugar, Bachelet demostró una comprensible pero errada tendencia a querer quedar bien con todos. El país no avanzará por el sendero del desarrollo y de la consolidación democrática si la mandataria ansía tomar decisiones sólo cuando hay consenso. Porque la mejor forma de generar confianza es demostrando capacidad para tomar decisiones difíciles en momentos complejos, este voto de abstención en la ONU volverá a despertar sospechas sobre el liderazgo de la mandataria. Su decisión de abstenerse despierta dudas sobre si a Bachelet le da el ancho para gobernar de la forma que quieren y necesitan los chilenos.
Felizmente para ella, la reputación y credibilidad de los políticos se construye con decisiones cotidianas. Los presidentes exitosos son aquellos que tienen más aciertos que errores. Ya que lo único peor a no tomar una decisión es tomarla (o corregirla) a destiempo, Bachelet debe ahora mirar para adelante. En tanto sea capaz de demostrar compromiso de palabra y corazón con la hoja de ruta concertacionista y aprenda que los presidentes deben liderar y no esperar imposibles consensos, el suyo todavía podrá ser un gobierno tremendamente exitoso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario